Y la primavera por fin llegó a Holanda.

 

Ya nos tocaba recibir  a la primavera en estos Países Bajos. Después de meses de frío, gris y aumento de peso, por fin se respira la calidez de la primavera y se observa la claridad del cielo. El sol finalmente nos ha levantado el castigo y se ha dignido a salir más seguido. Claro está que siempre hay que estar preparados para alguno de sus arranques y sobre todo del viento, el eterno acompañante de los que vivimos en este país.  Pero por lo pronto hace dos días por fin usé zapatos abiertos y salí sin abrigo. De hecho, decidí guardar toda mi ropa de invierno en una maleta ( porque no me cabe en el armario) y reacomodar mi ropa de verano.  Lo hice con mucho gusto y cierta preocupación por los kilitos que he ganado durante el invierno y después del «winter blues». Evité el pan, pero le entré con todo a los dulces, que se han almacenado en el «gordito» de la espalda baja. De hecho estuve con unos mexicanos lindísimos el sábado y hablamos sobre la existencia del » gordito mexicano»: ese incomodo gordo que cuando crece es muy dificil eliminar.  Mañana me iré a surtir de frutas para cambiar mi rutina alimenticia y es que en Holanda cómo no quieren que subamos de peso si a las ocho de la noche o siete estoy cenando y apenas me quedan tres horas para digerir la cena.  He intentado no cenar pero es el momento en el que puedo hablar con mi querido y ni modo de sólo acompañarlo con una manzana mientras veo cómo le entra bien y bonito a las papas, curries o cualquier cosa deliciosa.

En fin, la primavera ya está aquí y ahora me olvido de los dulces para entrarle con todo a las frutas que pueda encontrar. Y por fin a usar blusas ligeras, zapatos abiertos y olvidarse por unos meses de los pesados abrigos de lana y las sombrillas.

🙂

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